Me llamo Samuel y cuido gatos. No es nada importante, lo se, pero es mi ocupación; es lo único que se hacer.
Vivo solo, en una vieja casa en la zona sur de la ciudad… He de reconocer que nunca he aspirado a más, ¿para qué? si se que mi destino es este y de él no voy a escapar.
Ayer llegó Cora a la residencia. Hermosa y altiva, como una nube blanca en un cielo estival; de orejas puntiagudas, como las montañas de los documentales y exquisitos bigotes como líneas de vida… Un lomo brillante e interminable que cambiaba de color conforme avanzaba el día y unos ojos amarillos como el mismísimo sol… No podía quitármela de la cabeza, cerraba los ojos y allí estaba ella, dando mil volteretas entre mis neuronas, como esquivando mis erráticos pensamientos… Real Madrid, Barcelona… uno. ¡Cómo le gustaba que la cepillase…! Español, Real Sociedad… dos. ¡Qué esquiva era…! Gijón, Zaragoza… equis… No, no quiero que me toque la quiniela, quiero ser… gato, su gato
Entiendo a Samuel, con bellezas como Cora, quien quiere dejardeserciidador apasionado de felinos!
Me ha encantado la historia!
Me encanta el cuento! Me habéis alegrado la mañana, gracias!